La autora y directora (Graciela Pereyra)se sirve de un día en la vida de una familia que, aunque nos haga reír, no la desearíamos como parientes (con algunas excepciones, afortunadamente).
Una madre y abuela (Susana Molinari) llega a intentar “corregir” la injusticia que comete su hijo Zacarías (Omar Lovisolo) contra su otro hijo David (Daniel Pérez), los métodos que ella utiliza no son muy “pedagógicos”. José (Emiliano Matina), el hijo mayor de Zacarías, es cómplice de su padre en todos los planes que éste elabora para quedarse con el patrimonio de David.
En la obra hay un personaje “fundamental”, que con su omnipresencia cubre todo lo que nuestras fantasías o creencias, según sea el caso, desea: Ampara y protege a quienes se lo merecen, impartiendo justicia.
Entre mística y satírica la obra plantea una mirada crítica sobre la relación del hombre con el hombre. Pero, más allá de toda creencia, tal vez desde una búsqueda de esperanza para la humanidad y desde nuestra humanidad, ingenuamente, nos dice: “¡Sonríe! Dios te ama”